lunes, 1 de septiembre de 2008

CINE - De amor y desencuentro (Déssacord parfait): Según pasan los años


La comedia, más que la tragedia, necesita de intérpretes idóneos. Por esto no debe entenderse que cualquier perejil puede hacerse cargo del más retorcido de los dramas shakespearianos y conseguir los mismos resultados que Kenneth Branagh o sir Laurence Olivier. Pero se puede arriesgar que el mayor peso de las tragedias descansa sobre el texto, en tanto que, como se ha dicho, la comedia se sostiene en los nombres. Tal afirmación es material para la discusión, pero Peter Sellers o Pierre Richard han conseguido que el público recuerde muchas películas a partir de sus personajes. Menos legendarios, Jim Carey, Adam Sandler o Ben Stiller son capaces de destilar no pocas risas de películas pobres. Por no mencionar a Charlie Chaplin y Buster Keaton, que con argumentos mínimos y sin necesidad de una sola palabra siguen siendo los más grandes comediantes de la historia del cine. Es por eso que a las comedias se las puede medir desde sus protagonistas, e incluso perdonárseles algunas inconsistencias sólo porque ellos están en la pantalla. Está claro que Charlotte Rampling y Jean Rochefort no son Laurel y Hardy, pero sí actores con la potencia suficiente como para comandar esta ligera comedia romántica que es De amor y desencuentro.
Louis Ruinard, apellido que parece describir algún aspecto de su personalidad, es un viejo director de cine francés que será homenajeado en Londres con un premio a su trayectoria. Los organizadores han tenido la ocurrencia de escoger para hacer la entrega a la diva Alice D´abanville, quien en los años 70 no sólo fue la actriz fetiche de Ruinard, sino que juntos conformaron una de las parejas más notorias de la época. El detalle es que no se han vuelto a ver desde la separación hace más de 30 años, y ninguno parece demasiado dispuesto a cooperar para que el encuentro sea en paz. Casada con un atildado millonario inglés y con un hijo que ha elegido las finanzas a las artes, Alice humilla a su ex durante la ceremonia y este querrá devolverle el favor en la cena posterior cantando una risueña canción, con tanta mala suerte que le da un ataque y se desvanece en escena. Ella se verá afectada por el suceso y su marido, perfecto inglés al fin, ofrecerá su mansión para que Ruinard se recupere. A partir de ahí no faltarán los cruces entre los viejos amantes.
Combinando pasos de comedia híbridos entre lo más liviano de las tradiciones británicas y francesa, esta coproducción propone una historia de clásica estructura amor/ odio/ amor, tratando de sorprender con lo que ocultan e irán revelando algunos personajes en tanto avance la película. Nada muy original, pero sacando provecho del carisma de Rampling y Rochefort, más la oportuna contribución del elenco completo, De amor y desencuentro consigue redondear un filme disfrutable. Una de amor en la tercera edad, suerte de Elsa y Fred con glamour, en la cual la protagonista todavía puede permitirse un desnudo completo y enamorar a más de un jovencito de 40.


(Artículo publicado originalmente en la sección Cultura y Espectáculos de Página 12)

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