viernes, 19 de marzo de 2010

LIBROS - El presente, de Juan Bernardo Cejas: La vida como relato ajeno

La discusión acerca de cuál es aquella esencia que distingue lo humano de lo animal, es vieja, larga y aun sin cerrar. Si alguien señala la lengua otro dirá el pulgar, si se menciona el alma hay quien recordará la risa; así siempre. El notable neurólogo y escritor inglés Oliver Sacks afirma en su libro El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, que la enfermedad es una “condición humana quintaesencial”, para concluir que “los animales contraen enfermedades pero sólo el hombre cae radicalmente enfermo”. Ese valor de la enfermedad como rasgo sólidamente humano, es una importante columna en la que se apoya El presente, novela con la que Juan Bernardo Cejas obtuvo el primer premio del Fondo Nacional de las Artes 2008. Paradójicamente, para narrar en primera persona la historia (a veces clínica) de Francisquito Vargas, Cejas recurre a un animal, aunque no a uno cualquiera. Aterrado en su infancia por la naturaleza monstruosa de Frankenstein, Francisquito regresa una y otra vez a Gregor Samsa para intentar comprender su propia transformación. El siniestro freudiano, lo familiar volviéndose extraño una y otra vez, no es casual.
Francisquito es compilador y narrador de su propia historia, que comienza en su infancia y atraviesa la adolescencia, para cerrar en su juventud. En ella detallará su vida no como una existencia libre, sino como un relato atado a traumas, ataques, recaídas y más que a otra cosa, a la visión que de él mismo han tenido otros. Incapaz de toda memoria, para él su pasado es aquello que puede encontrar en un anecdotario siempre ajeno, que tanto abarca los comentarios y el “chusmerío”, como los siete cuadernos que compilan las anotaciones clínicas de un terapeuta devenido en un segundo padre -que no será el último.
Hay un núcleo esencialmente simbólico que todo el tiempo remite a aquellos dos personajes literarios, a través de los cuales El presente le otorga a todo relato un valor a la vez creador y exorcista. Para Francisquito toda su vida se ha reducido a mera evocación, a aquello que le es posible recordar porque forma parte de un texto dado. Sin mencionarlo, ya que su historia es anterior, Francisquito parece conocer la obra de Sacks: “no pueden desmembrarse el estudio de la enfermedad y el de la identidad”. Y es eso, aquello que ha perdido su forma disolviéndose en la lengua, lo que el protagonista busca: ordenar un ayer borroso para obtener un único presente posible sin mañana… una identidad. Capas de diferentes pasados, miembros de muchos cuerpos, se apilan entonces hasta hacerse costra y cubrirlo todo, como el destino de soledad de un monstruo en el ártico, como el exoesqueleto de un insecto: ¡Samsa, Samsa!
En sánscrito, la palabra samsara refiere al ciclo budista de las reencarnaciones. Dividida en tres partes bajo los títulos de Leer, Oír y Escribir, el protagonista de El presente irá buscando su propio rastro, mientras la prolija y certera pluma de Cejas conduce al lector a través de un mandala que permite entrever muchas vidas, apiladas sólo en una.


Artículo publicado originalmente en la revista ADNcultura del diario La Nación.

No hay comentarios.: