domingo, 22 de agosto de 2010

CINE - Otro entre otros, de Maximiliano Pelosi: Lo difícil de ser diferente entre los propios

Un chico le cuenta a cámara lo que siente, lo mismo que lleva sintiendo hace tantos años, y la voz atraviesa el espacio, el tiempo, hasta traspasar la lente que al otro lado será pantalla. Los detalles son importantes: a veces el chico es un nene en una foto –solo o con amigos–, otras veces es un hombre que habla, o camina, o mira lugares que son suyos y que no quiere perder. Pero ese hombre es también otros chicos, otros ojos, otras familias, porque un hombre es muchas voces, muchos hombres que comparten más que un universo de relatos parecidos: lleva más de 4000 años de historia sobre la conciencia. Pero lo hacen con devoción, sin rencores, con un amor que a veces duele y por eso, al fin eligen compartir la carga. Un hombre le habla a la cámara y del otro lado se escuchan cuatro voces, que son muchas más. Hombre entre hombres, distinto entre distintos. El documental de Maximiliano Pelosi, Otro entre otros, intenta revelar, a través del recorrido en primera persona de sus cuatro protagonistas, cómo es la vida siendo homosexual dentro de la comunidad judía en Buenos Aires, cómo es ser minoría dentro de una minoría.
Pelosi cuenta con mucha experiencia como productor, pero Otro entre otros significa su debut como director, y él es consciente de que su película también representa, en lo personal, un acto de militancia. “Que el tema me toque en lo personal fue justamente lo que me impulsó a dirigir la película. Pero no es que me haya tomado el trabajo de buscar el tema: surgió hacerlo y lo hice.” Desde la casi necesaria militancia que involucra la realización documental, Pelosi reconoce que su película fue concebida como un proyecto modesto desde la producción, pero con intenciones grandes: “más allá de ser una película chica con un estreno chico, lo interesante es cuánta gente la vea y qué cambios puede generar en ellos”. Justamente esto, el tener que trabajar dentro de los límites de una comunidad de lazos tan firmes hacia adentro, significó un desafío extra para una producción con recursos limitados. “A veces teníamos que salir corriendo a hacer las entrevistas en cuanto las conseguíamos –dice Pelosi–, porque no podíamos correr el riesgo de que la gente se arrepintiera.”
Otro entre otros parte de premisas muy concretas, que son enumeradas al comienzo del relato: se calcula que la comunidad judía está compuesta por unas 250 mil personas, que aun pequeña entre 40 millones de argentinos, es la más grande de Sudamérica. Podría decirse que nunca es más oportuna la frase aquella que dice “somos pocos y nos conocemos mucho” para describir la forma en que se entraman las relaciones personales en el mundo judío. No por nada Pelosi insiste en que la intención del documental ya queda manifiesta desde el título en la búsqueda de esos “distintos dentro de los distintos”. Y agrega que “en la comunidad judía todos se conocen de algún lado: del colegio, del club, del trabajo. Por eso me parece que las entrevistas más interesantes son las de la madre y los amigos de Gustavo, uno de los protagonistas de Otro entre otros.” El director cree que esos testimonios “apelan a lo emotivo de vivir y conocer la experiencia desde la proximidad”. A tal punto son importantes los lazos que “Gustavo es uno de mis mejores amigos”, completa Pelosi, quien sin embargo es hijo de una familia católica. En esa familiaridad hace pie la paradoja sobre la que gira la narración: la discriminación que los homosexuales sienten dentro de una comunidad –a la que pertenecen– tantas veces perjudicada por la segregación ajena. “Cómo representar una comunidad, que es algo abstracto, fue un problema que debimos resolver. Y lo más parecido a ese concepto es la familia, sobre todo en esta comunidad.” Es por eso que quien es judío y gay debe atravesar dos veces por la instancia liberadora, pero de un intenso desgaste emocional, de revelar quién es primero en casa y después en el seno comunal, la familia grande. “En el entramado de lo religioso con lo social, que es tan fuerte en la comunidad judía, está el conflicto. No podés abandonar tus creencias religiosas, ni exiliarte de tu familia y tu grupo social. Estás marcado por tradiciones que después de 4000 años forman parte de tu vida”, reflexiona Pelosi. Sin embargo, ante la férrea aceptación de estas tradiciones, resulta interesante saber si quienes deben lidiar desde adentro con algunas de ellas, en este caso la aceptación de una sexualidad diferente, no deberían al menos entender que esa falta de tolerancia forma parte de su propio corpus tradicional. “Eso no lo sé –concluye el director–, pero me parece genial que luchen para que cambie y que den su testimonio para que ese cambio ocurra.”
Esta necesidad de dejar de ser otro entre otros para convertirse plenamente en uno más entre todos, es lo que buscan resolver los protagonistas de la película. Por eso los chicos que ofrecen su experiencia como testimonio, junto a muchos más, consiguieron darle cuerpo a JAG (Judíos Argentinos Gays), una organización a la que de a poco han conseguido ir integrando al conjunto de instituciones menos ortodoxas de la comunidad, como la Fundación Judaica. Este es un primer espacio para comenzar a trabajar desde adentro la aceptación de las diferencias. Además, también está abierto quienes no son judíos. “Yo admiro a la comunidad judía –afirma orgulloso el director–, sobre todo la forma en que ha conseguido irse adaptando a lo largo de la historia. Siempre ha logrado sobrevivir, sobreponerse y salir más fuerte de un montón de situaciones difíciles; y eso es loable. Yo creo que esta dificultad con la homosexualidad es algo que va a poder asimilar como lo ha hecho con tantas cosas más graves.”
En pareja con Walter, miembro de la comunidad judía, Maximiliano Pelosi se permite terminar con humor: “Lo que no sé si van a aceptar tan fácilmente es que está película la haya dirigido un goy.” Por lo pronto, hay trabajo para hacer y Otro entre otros cumple con su parte.


Artículo publicado originalmente en la sección Cultura del diario Tiempo Argentino.

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