sábado, 8 de diciembre de 2012

ENTREVISTA - Ana Piterbarg, directora de "Todos tenemos un plan": El arte de hacer equilibrio

Si alguien ha tenido la experiencia de lidiar con el cine como producto industrial en la Argentina, esa persona es Ana Piterbarg, directora de Todos tenemos un plan, película estrenada este año y protagonizada por la estrella internacional Viggo Mortensen, junatoa a Daniel Fanego y Sofía Gala Castiglione. A diferencia de lo que ocurre con casi toda la producción cinematográfica en el país, la película de Piterbarg fue producida por el estudio estadounidense 20th Century Fox, lo que la coloca en un lugar de mosca blanca del cine argentino. 

 –¿Cuál fue tu experiencia como directora de una opera prima al enfrentarte a una producción de este tamaño? 
–Fue un aprendizaje. Hay proyectos que son más artesanales y otros que requieren de una infraestructura mayor, porque su costo como producto implica tener presente la manera de que tenga un reintegro de la inversión. Es una decisión que en algún momento tuve que tomar como realizadora, pero considero que era la única forma de realizar esta historia.  
–¿En algún momento sentiste que esa elección se volviera un factor condicionante para el trabajo artístico? 
–Lo que traté de cuidar a lo largo del proceso, en el que por suerte tuve personas que me acompañaron (uno de ellos fue Viggo, quien decidió asumir el riesgo de ser coproductor para cuidar la película), es que no se perdiera el objetivo inicial. En un proyecto donde intervienen tantos intereses, a veces terminan por primar otro tipo de necesidades, ajenas a lo meramente artístico. Es cierto que no deja de tratarse de una negociación en la que se gana muchísimo, desde la llegada a un montón de gente, a poder contra la historia de la manera en que querés contarla. Pero también hay pérdidas, en el sentido de que lo que se necesita comercializar no siempre va de la mano de los deseos de lo que el autor quiere transmitir.  
–¿Cuál es tu balance como directora de lo obtenido en ese tira y afloje? 
–Estoy muy contenta. Tener que participar de determinadas discusiones siempre es un aprendizaje. De todas formas, por contrato nunca perdí la posibilidad de tener la decisión del corte final. Además, en ese ida y vuelta con sectores que no tienen tanto que ver con la parte creativa, y si se es lo suficientemente abierto, uno puede escuchar y anticipar posibles reacciones del público. 
–No hay muchos directores en la Argentina que hayan tenido la posibilidad de trabajar con una estrella como Mortensen. 
–Trabajar con Viggo nunca fue una dificultad directamente, porque él es un tipo muy sensible. Lo más difícil es lo que ocurre alrededor de una figura así, desde la expectativa del público, que tiene más que ver con el imaginario colectivo que con la película en particular, a las cuestiones de prensa que se vuelve difícil de contener, o los intereses que se generan alrededor de una personalidad.  
–Imagino que su presencia habrá sido una llave para abrir puertas que de otra forma hubieran permanecido cerradas. 
–Sí, su presencia permitió que la película pudiera contar con el presupuesto necesario para desarrollarla. Sin Viggo no hubiera sido posible acceder a ciertos canales de la industria. 

Entrevista publicada originalmente en la sección Cultura de Tiempo Argentino.

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