martes, 16 de julio de 2013

CINE - Terminó el Festival de Cine para Niños Ojo al Piojo: Entrevista con Cristian Cabruja, programador

Foto por Serena Cinelli García
El sábado pasado finalizó el Festival Internacional de Cortometrajes para Niños Ojo al Piojo, un festival dedicado exclusivamente al público infantil que por tercer año consecutivo organiza el Centro Audiovisual Rosario, de la Secretaría de Cultura y Educación municipal, una iniciativa que va un paso más allá que otros eventos de su tipo. Se trata de un espacio que replica el universo de un festival de cine, con sus secciones, sus actividades y sus estrellas, pero encarado de modo tal que sean los chicos los depositarios de todos sus esfuerzos y contenidos. Además de su programación, Ojo al Piojo cuenta con un jurado integrado por niños y un taller de animación para chicos, dictado por la Escuela para Animadores de Rosario, que dirige el prestigioso realizador Pablo Rodríguez Jauregui. El programador Cristian Cabruja, uno de sus responsables, considera que “el universo de los chicos es muy particular y a veces podemos entenderlo (o creer que lo entendemos) y otras veces no, y ese es el mayor desafío”, como organizadores. Una dificultad que, a juzgar por su programación, de notable variedad y alto nivel, han conseguido superar.  

-¿Cómo se programa un festival para chicos?  
-A diferencia de otras ediciones, este año preparamos una guía para los jurados, una especie de decálogo acerca de lo que nos interesaba en torno a las películas para chicos. Ahí recomendamos la importancia de que las películas se entendieran, que fueran ágiles y no tuvieran problemas de imagen y sonido. A partir de eso considerar historia y narración, temas y géneros, la estética y las diferentes técnicas de realización. En el caso de las ficciones, si los niños actores actúan de sí mismos o si habían tenido la posibilidad de componer un personaje. Y por supuesto atender a que todos esos elementos dieran como resultado propuestas que pudieran resultar interesantes o relevantes para niños de entre 6 y 13 años. El desafío está en lograr una programación que combine de manera equilibrada todos esos aspectos. 
-¿El festival busca constituirse en un espacio de acercamiento inicial a un universo cinematográfico más complejo que aquel que ofrecen las salas comerciales?  
-Creo que sí, y que eso va de la mano con el hecho de sentir que estamos generando ciudadanos y espectadores conscientes y calificados. Porque la idea es que a través del voto del público los chicos hagan su propia elección, que generalmente no tiene que ver con la que hacen los programadores o el jurado. Creemos que colaboramos en una verdadera calificación de los niños en relación al material que están viendo, una discriminación entre aquello que les interesa y lo que no. Ese también es un aprendizaje para nosotros como programadores.  
-En los últimos años entre los chicos creció una corriente de consumo de determinados productos relacionados con la violencia o el uso de las armas. ¿Eso genera algún conflicto a la hora de programar un festival de cine para chicos como este, que además tuvo como eje el cine de terror?  
-Creo que la hora de hacer sus películas los chicos y quienes los apoyan en su producción, sean escuelas, talleres o familias, trabajan con los materiales a los que tienen acceso. Eso hace que sus trabajos no siempre se parezcan a lo que produce el sistema, sino que se trata de las películas que ellos tienen ganas de ver o hacer. Por otro lado el miedo es una sensación real y yo considero que el mejor lugar para sentirlo es el cine porque, como niño, en el cine estás al lado de tu mamá, de tu papá, de tu hermano, de otros espectadores que al momento de asustarse se asustan, y dos segundos después se están riendo. Obviamente no hemos programado películas en donde el terror o la violencia estuvieran puestos por delante de la cuestión estética. Hay películas donde un bicho mata a otro, pero el eje no está puesto en el hecho en sí, sino en cómo se lo muestra. Hay películas como Zombirama en donde el terror está ligado a lo político, y es interesante que los chicos vayan sabiendo de cuestiones que tienen que ver con el estado de las cosas.  
-Pero además Ojo al Piojo fomenta el acercamiento de los chicos al lenguaje audiovisual, programando muchos trabajos de escuelas y talleres de cine.
-Eso generó en la primera edición un efecto que no habíamos previsto: los chicos venían y se sacaban fotos con el afiche del festival porque, claro, esta vez ellos eran los artistas y habían visto sus películas en el mismo cine donde la semana anterior habían pasado Harry Potter o una película de Almodóvar. Está bueno eso de que por un rato se sientan las estrellas de un festival, porque acá verdaderamente lo son, porque el festival vive de ellos. Y se produce el fenómeno de chicos que viendo las películas de otros chicos, deciden hacer su propia producción.  
-¿Cómo sigue Ojo al Piojo cuando terminan sus cuatro días de festival?  
-Eso es importante, porque las mil y pico de personas que vienen a ver las películas de forma gratuita al cine El Cairo son apenas el primer paso de Ojo al Piojo. Durante el resto del año una muestra itinerante del festival viaja por más de 50 escuelas públicas de Rosario y más de 25 ciudades de todo el país. En este momento la muestra 2012 está dando sus últimos frutos, presentándose en otros espacios públicos de Rosario, pero además en Villa María y Marcos Juárez, dos pueblitos de Córdoba.

Los ganadores

El jurado del 3° Festival Ojo al Piojo, compuesto por cuatro chicos y tres adultos, otorgó 3 premios y varias menciones. El Premio al Mejor Corto Realizado para Niños fue para Juegos de guerra de Bruno Scopazzo, quien a través de una historia de soldados consigue replicar de manera original el espíritu de los juegos y la imaginación infantil. Como Mejor Corto Realizado por Niños fue premiado Ezequiel González, un adolescente rosarino de 16 años, por su trabajo Los conejos de terror, una experiencia que aborda desde el absurdo y un slapstick tan sangriento como hilarante, el imaginario de las películas de zombies y de acción. En tanto que el notable Zombirama de Nano Benayón y Ariel López V, fue reconocido como Mejor Corto de Terror, por la forma en que su relato acerca la trágica historia argentina reciente tanto a niños como a grandes. Por su parte el premio Mirada de Piojo correspondiente al voto del público fue para el corto Dientes, terroríficamente divertido, realizado por alumnos de 6° grado del Taller de Lenguaje Audiovisual, de la escuela particular Nº 1142 San José, de Rosario.

Artículo publicado originalmente por la sección Cultura de Tiempo Argentino. 

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