sábado, 11 de abril de 2015

CINE - Segunda edición de Good Pitch Argentina: Películas como herramientas para el cambio social


Una crítica que suele escucharse en contra del cine argentino tiene como blanco su prolífica producción, que cada año parece incrementarse y con ella, la cantidad de películas que pasarán sin pena ni gloria por los cines (un plural que a veces se reduce a una única sala: el singular Espacio INCAA Km 0 Cine Gaumont). Sin embargo del hecho de que las películas no tengan un público no debe concluirse que producir mucho es un mal en sí mismo: no es la fecundidad lo que mata al cine argentino. El verdadero problema es que dichas políticas de fomento a la producción no tienen un correlato en medidas de apoyo a la difusión y la exhibición. Se promueve el acto creativo, pero no se acompaña a la película en el resto del camino que debe recorrer. En otras palabras, las películas se filman, se estrenan, pero nadie se entera de que existen. Good Pitch es un emprendimiento internacional surgido del impulso mancomunado de BritDoc y el Sundance Institute Documentary Film Program que se realiza en diversas ciudades del mundo, que este año tendrá por segunda vez su versión argentina y que cuenta con el apoyo de British Council. Un proyecto intenta resolver algunas de esas necesidades que las películas salen al mundo. 
¿Qué es exactamente Good Pitch? Un programa de asistencia a producciones cinematográficas (sobre todo documentales) cuya temática gire en torno a diferentes cuestiones de la justicia social. Se trata de un proyecto de varias etapas y la primera de ellas tiene las características de un concurso. Para ella este año se presentaron más de 70 proyectos de toda América Latina, de los cuales fueron seleccionados cuatro: Sumercé, de Victoria Solano, documental acerca del abuso de la producción minera en Colombia; Quipú, de Rosemarie Lerner y María Court, que revela un plan sistemático de esterilización estatal por parte del Ministerio de Salud peruano en la década del '90, que se aplicó en alrededor de 270 mil mujeres y 22 hombres; Grown ups, de Maite Alberdi, que denuncia la falta de asistencia sanitaria para adultos con Síndrome de Down en Chile; y Nueva Venecia, de Emiliano Mazza de Luca, que registra la vida en un pueblo flotante en Colombia, cuya comunidad de pescadores fue masacrada por un grupo paramilitar en el año 2000. Ahí es donde el equipo de Good Pitch Argentina, liderado por la periodista británica radicada hace años en Buenos Aires Kristie Robinson, realmente entra en acción. "La idea es trabajar junto a los realizadores de cine para ayudarlos a diseñar una estrategia de campaña que tiene que ver con el concepto de producción de impacto, pensando en el posestreno", cuenta Robinson con una sonrisa casi tan grande como sus ojos, que da fe de su entusiasmo. 
"La mayoría de los realizadores no piensan en qué personas o agrupaciones ya están trabajando en esas cuestiones que sus propios documentales abordan y podrían estar interesados en usar a las películas como herramientas", amplía la directora de Good Pitch Argentina. "Intentamos armar una coalición en torno a ellas cuando todavía se encuentran en las etapas finales de producción". Ahí comienza la segunda etapa, que tiene la forma de un encuentro entre los cineastas y una serie de aliados potenciales que comparten con las películas el interés por un tema determinado. Los realizadores tienen siete minutos para presentar su proyecto a una audiencia integrada por ONG, corporaciones, académicos o expertos. "La idea es que entre todos puedan generar una vida después del estreno para las películas", continúa Robinson. "Eso representa una mayor difusión para ellos como realizadores, pero a la vez esas organizaciones se aseguran una herramienta de campaña muy fuerte porque no se trata de un video institucional, sino de un largometraje documental. Lo que se intenta es generar una plataforma de difusión muy fuerte no sólo para el cine, sino también para instalar determinados temas sensibles en la sociedad. No se trata de un apoyo económico, sino estratégico, intentando hacer visibles los proyectos a través de coaliciones y redes para asegurar que al menos las personas que puedan tener interés en esos temas estén al tanto de la existencia del documental." Esa ronda de encuentro entre cineastas y sus aliados potenciales tendrá lugar este lunes a partir de las 14 en el Teatro Picadero, Enrique Santos Discépolo 1857.  

–¿Cómo llega y cómo se instala Good Pitch a la Argentina?  
–La primera información que tuvimos acerca de su existencia fue a través de Florencia Santucho, directora del Festival Internacional de DD HH (DerHumALC). Ella conoció el evento en la edición que se hizo en San Francisco en 2011 y le dieron ganas de traerlo para acá, pero no contaba con un equipo adecuado. Fue ella quien me propuso desarrollar una primera edición en el marco del festival. Aunque mis raíces están en el periodismo, donde me especializo en temas de justicia social, ecología y Derechos Humanos, yo había ayudado en la organización de DerHumALC durante un par de años seguidos. Esa primera edición se realizó en agosto de 2013 y salió muy bien. Pero se trata de un proyecto que intenta contar con un espacio independiente, por eso es que esta vez lo pensamos como una actividad en sí misma.  
–¿Por qué trabajan exclusivamente con películas que abordan custiones vinculadas a la justicia social?  
–Sundance y BritDoc vieron que dentro del mundo del documental, aquellos que atienden cuestiones sociales suelen ser los proyectos más fuertes, pero los que tienen menos llegada. Entonces el potencial para ayudar a estos proyectos era mayor. La idea original del evento es dar apoyo a películas que estén intentando hacer un cambio positivo en el mundo.  
–De la edición de este año participarán cuatro proyectos. ¿La idea es encontrar un ganador?  
–No, todos ya son los ganadores. En esta etapa no se trata de un concurso, sino de una ronda de presentación donde cada proyecto tendrá la posibilidad de conocer a potenciales aliados que el equipo de Good Pitch se encargó de convocar. Dicha selección se realizó a partir de distintas entrevistas que nuestro equipo tuvo con los responsables de los proyectos elegidos para conocer las intenciones y las metas que cada uno espera alcanzar con su película. A partir de ahí investigamos que profesionales o agrupaciones podrían colaborar con cada proyecto para intentar conseguir esos objetivos. Suelen ser momentos muy intensos porque usualmente se reúne a personas que no se conocen pero que tienen objetivos y causas en común, y que probablemente sea la primera vez que se unan para trabajar juntos en un mismo proyecto.  
–Más allá de la importancia de la temática social de los proyectos, hablamos de películas. ¿Dónde se encuentra el punto de balance entre lo social y lo cinematográfico a la hora de elegir a los finalistas?
–Los encargados de elegir los proyectos somos siete y esa es la discusión de siempre. Como mi trabajo es sobre todo encargarme de conseguir los aliados, entonces para mí la parte social es fundamental. Sí imagino quién podría estar sentado en su mesa, se complica. Pero para la gente de Sundance lo importante es el cine, entonces juntos buscamos ese equilibrio. También es importante que el tema de las películas tenga un alto grado de actualidad porque potenciar la efectividad de las campañas depende de eso. Tiene que ser posible decir: ahora es el momento para poner este tema en la agenda pública. Pero, claro, el ojo cinematográfico del realizador no sólo es muy importante, sino fundamental para que el mensaje cuente con la potencia cinematográfica que debería tener.

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